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30 Noviembre, 2001 11:57 AM
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El
"Faro" de los Pirineos
Texto
y fotos: Ainhoa Camino |

Igual que los barcos y buques se guían con la luz de los faros costeros,
en nuestro territorio pirenaico nos podríamos conducir siguiendo
la estela de los castillos. Montearagón,
Aínsa o Monzón vigilan las entradas a la zona pirenaica. Pero sólo
uno ha sabido conservar, sin apenas medidas de restauración, todo
el esplendor de sus días de "faro" pirenaico.
El Castillo de Loarre, puerta de entrada a la
cordillera occidental oscense, considerada
la fortaleza románica mejor conservada de Europa.
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Loarre
fue catalogado Monumento Nacional,
el 5 de marzo de 1906, y ha sido testigo de numerosos episodios relacionados
con la historia de Aragón. Sin embargo, su estado actual, carencia
de un sistema de iluminación, traslado de pinturas y esculturas al
museo de la iglesia de la localidad y escasas actuaciones arquitectónicas
de consolidación y recuperación, hacen pensar que esta
inexpugnable fortaleza de 170 metros de diámetros de murallas
apenas tuvo importancia en su más de un
milenio de vida.
Se
cree, y así lo indican algunos restos arqueológicos hallados en su
interior, que antes de que Sancho III, el Mayor, decidiera su
construcción en el siglo XI, Loarre fue primero un
castro íbero, luego una fortaleza
romana y más tarde una fortificación
musulmana. Enemigos, estos últimos, por los que se decidió
levantar el castillo, ya que su territorio llegaba hasta el municipio
vecino de Bolea. |
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Castillo
a "Tres Bandas"
Tras la
muerte del Rey Sancho III, Loarre pasa a manos de
Ramiro I y fue en 1071 cuando
Sancho Ramírez amplia y enriquece la fortaleza. Tres
personajes que han dejado su huella en este fuerte, a través de
la construcción de diversos edificios, otorgándole más valor, más
nombre y más esplendor a este castillo ubicado a
1.071 metros de altitud.
Actualmente, unas
60.000 personas cruzan anualmente la puerta de Oriente,
que da acceso al castillo. De los nueve
torreones que fortificaban las murallas, sólo queda la
torre Vigía. El grueso muro
está incompleto y el paso de los años y las heridas de la humedad
han hecho seria mella en sus capiteles, arcos y estancias. Pero,
a pesar de todo esto, Loarre sigue imponiendo respeto y admiración,
ya que desde lejos, el castillo parece
parte de la roca de la sierra de Gratal sobre el que está erigido.
Sólo la cúpula de la Iglesia de San Pedro y la terminación almenada
de las torres de La Reina y del Homenaje delatan, desde algo más
cerca, su existencia.
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La
Mano de Sancho III
Sancho
III mandó construir el edificio real,
la Capilla y el Torreón de la Reina, el patio de armas y las estancias
militares, además de la residencia
para el servicio. La autoría de estos edificios, seguramente,
se debe al arquitecto Tulgas.
O por lo menos así lo hace pensar la inscripción que recoge este
nombre, en la entrada al edificio real. Tulgas
estuvo trabajando en las catedrales
de Toulousse y en la de Jaca, contemporánea a la edificación
de la fortaleza. Además, la presencia del
ajedrezado jaqués en algunos frisos del castillo y
la similitud de algunos capiteles de Loarre con los de la catedral
de la capital jacetana hacen que la teoría de que Tulgas fuese
el principal constructor cobre mayor verosimilitud.
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El
"Homenaje" de Ramiro I
Ramiro
I, 1035-1063, añadió la
Torre del Homenaje. Un edificio rectangular, con remate
almenado, que mide 22 metros de altura
y desde el que se domina casi la totalidad del territorio de la
Mancomunidad Gállego-Sotón. Huesca capital, el embalse de la Sotonera
y la antigua capital del Alto Aragón, Ayerbe, se aprecian sin problemas
desde esta fortificación.
La Torre del Homenaje era el
último vestigio que tenían
los habitantes del castillo para protegerse
en caso de una incursión enemiga y
donde se supone que guardaban las cosas de más valor.
En su cuatro pisos hay una chimenea, un inodoro de piedra y madera,
diversas estancias y un túnel subterráneo
por el que huir, que fue descubierto no hace muchos años.
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GUIA
PRÁCTICA
Acceso:
Por
la N-240 hasta Ayerbe. Un cruce indica los 7 kilómetros que
restan hasta Loarre, y 1'5 kilómetros más hasta el Castillo.
Tlfn: 974 38 26 27
Alojamiento y Restaurante: Hospedería de Loarre. Las
tarifas de habitaciones oscilan entre las 3.100 de la habitación
doble con alojamiento y desayuno, en temporada baja; y las 8.200 pesetas,
de temporada alta y pensión completa. En el restaurante se
sieve tanto menú de día como carta.Tlfn: 974 38 27 06. |
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Una
Muerte Anunciada |
La
importancia de Loarre como fortificación
comienza a decaer cuando Sancho Ramírez inicia el descenso hacia el
llano. En 1086 se
inicia la construcción del castillo de Montearagón.
Lugar de suma importancia estratégica, ya que los musulmanes dominaban
la Hoya de Huesca. Sin embargo,
y en opinión de algunos expertos del castillo, fue
en el siglo XVI cuando Loarre "comienza a fallecer".
En estas fechas, los hasta entonces habitantes
de Loarre-Castillo, se trasladan a la zona baja, creando así el actual
núcleo poblacional de la localidad.
Pero no todos opinan que este
descenso fuera perjudicial para la fortaleza. José Antonio Santolaria,
guía, celador y cuidador del castillo, señala que
"cuando se traslada la iglesia al Loarre de a pie de la sierra,
los propios habitantes comenzaron a llevarse las piedras para construir
sus nuevas casas. Fue mejor para el castillo. Si no se hubieran ido,
ahora no quedaría nada de lo que hay".
Esta riqueza arquitectónica que
sobrevive, tal y como afirma Santolaria, "sin ayuda de nadie,
porque casi no se han hecho rehabilitaciones
ni actuaciones arquitectónicas de consolidación o recuperación",
se complementaba con un gran patrimonio
escultórico y pictórico. "Pero la mayoría de estas cosas se han
trasladado al Museo de la Iglesia de Loarre pueblo y casi
la totalidad de las esculturas que se pueden ver ahora son algunas
cosillas que yo mismo he hecho, para dar una idea de cómo eran antes
las estancias". Loarre "faro"
y vigía del Pirineo, que fue la frontera
entre musulmanes y cristianos y entre republicanos y nacionales,
que acogió en sus dependencias a los Reyes
de Aragón y que vio cómo Jaime
de Urgel planeó la rebelión contra el compromiso de Caspe,
reclama, a grandes gritos, una mayor atención y un mayor ciudado,
para poder seguir conservando un patrimonio que resume la historia
del Alto Aragón. |
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