|
Francisco
de las Heras: El
ojo del Pirineo
Texto:
Juan Gavasa
Fotos: Archivo Peñarroya- Fototeca de la DPH
|
Coincidiendo
con los cincuenta años de su muerte ha visto la luz una antología
del fotógrafo jaqués Francisco de las Heras, uno de los profesionales
de la imagen más prolíficos, emprendedores, interesantes, pero también
desconocidos del primer cuarto de siglo en Aragón.
|
Desde
su llegada a la capital pirenaica en 1910, emprendió una meritoria
labor comercial y divulgativa a través de la edición de colecciones
de postales con imágenes de la comarca de la Jacetania principalmente,
y de parajes cercanos como el Roncal, Huesca o el Balneario de Panticosa.
Fueron 35 intensos años en los que De las Heras retrató con nitidez
los profundos cambios que experimentaba el Pirineo, las convulsiones
políticas de una época frenética y los hitos de la pequeña historia
de la cordillera como la inauguración del Canfranc, la sublevación
de Galán y García Hernández o el alud que arrasó parte del Balneario
de Panticosa en 1915.
|
A
diferencia de otros fotógrafos de su tiempo, De las Heras fue el
único que vivió permanentemente en el Pirineo y eso le obligó a
ser notario de la actualidad cotidiana antes que artista de la fotografía.
Por eso, su obra tiene un valor extraordinario. Por vocación, pero
también por necesidad, tuvo que ser al mismo tiempo reportero gráfico,
artista, empresario, editor, fotógrafo de bodas, bautizos y comuniones
e incluso escritor.
|
Su
ingente obra, sin embargo, ha sido injustamente olvidada y apenas
ha tenido el reconocimiento que sí que han logrado otros fotógrafos
coetáneos como Ricardo Compairé, Lucien Briet o Julio Soler Santaló.
Sin duda, De las Heras es el gran desconocido de la fotografía aragonesa
de principios de siglo pero, sorprendentemente, fue el que más postales
editó en nuestra región en los años previos a la Guerra Civil, un
mérito que debe amplificarse si tenemos en cuenta los escasos medios
con los que contaba para desarrollar su labor en la Jaca de principios
de siglo.
|
Nacido
en Torres de Valdealmendra (Guadalajara) en 1986, De las Heras se
instaló en 1908 en Zaragoza y comenzó a trabajar con el prestigioso
fotógrafo Coine. En ese tiempo recibió algunos premios y participó
en la Exposición Universal. En 1910 tomó la decisión más trascendente
de su vida y aceptó la propuesta de trasladarse a Jaca para asumir
el negocio fotográfico que había dejado Felix Preciado tras su fallecimiento.
Muy pronto comenzó a editar las famosas colecciones de postales para
uso turístico en forma de acordeón, muchas de las cuales hoy se cotizan
alto en el Mercat de San Antoni en Barcelona o en el Rastro de Madrid.
El objetivo de De las Heras inmortalizó en aquellas primeras postales
impresas por el sistema de fototipia un pueblo que todavía no se había
desprendido de sus murallas medievales y unas gentes ancladas en el
siglo anterior. |
El
legado
El
libro que se presentó en Jaca sirve también para poner orden al
extenso legado del fotógrafo, pese a que buena parte de su obra
ha sufrido las consecuencias del paso del tiempo, el deterioro,
la irresponsabilidad y cierto desinterés. De hecho, muchas imágenes
captadas por De las Heras y que el tiempo las ha convertido en verdaderos
iconos de la cultura pirenaica, han sido difundidas en numerosas
ocasiones sin citar a su autor y, lo que es más grave, atribuyéndolas
a otros fotógrafos e incluso a archivos personales.
La
universal foto de Fermín Arrudi, "el gigante de Sallent",
el desfile tenebroso de las endemoniadas en la procesión de Santa
Orosia de Jaca, el tañedor del salterio que ilustra la portada del
libro, o la imagen de Alfonso XIII y el presidente de la República
Francesa el día de la inauguración de Canfranc fueron captadas por
la cámara de De las Heras. Para muchos esta simple revelación tiene
la categoría de un hallazgo. |
Nómada
del Pirineo
Pero no quiso
limitarse a ser un fotógrafo de pueblo. Siempre con su cámara colgada,
así lo recuerdan todavía en Jaca, se convirtió en un nómada del Pirineo
y fotografió todo lo bello e interesante que había a su alrededor.
Siguió prácticamente a diario las obras del Canfranc, mostró el patético
deterioro de San Juan de la Peña como un grito de denuncia, retuvo
los valles de Echo y Ansó con sus gentes ataviadas todavía con el
traje típico y plasmó la revolución industrial que forzó el nacimiento
de Sabiñánigo.
Fue además
amigo de Santiago Ramón y Cajal, al que retrató en su estudio de la
calle Mayor, y trabajó con el pintor Joaquín Sorolla. En el verano
de 1912 acompañó al artista valenciano al valle navarro del Roncal
para fotografiar a tipos del país. Sorolla estaba trabajando en una
monumental obra encargada por la Hispanic Society de Nueva York bajo
el título "Las regiones de España", y la labor del fotógrafo
jaqués era la de retratar con su cámara a los personajes que elegía
Sorolla. Luego éste utilizaba las fotos en su estudio de Madrid para
pintar los inmensos murales. 
Cincuenta
años después de su desaparición, la figura de De las Heras comienza
a adquirir su verdadera dimensión. Sin las veleidades artísticas y
estéticas de otros fotógrafos de su tiempo, su obra debe ser valorada
como un documento irrepetible de una época que ya no existe. Muchos
de los paisajes que inmortalizó su cámara son irrecuperables y la
sociedad que retrató parte de un patrimonio cultural que se conserva
en la memoria colectiva del Pirineo a duras penas. Las fotos del balneario
de Tiermas, anegado por las aguas de Yesa en 1959, son el ejemplo
más triste. Hoy mantienen el negocio en la calle Mayor de Jaca sus
nietos bajo la firma Peñarroya. |
Exposición
Lasheras. "De las Heras. Una mirada al Pirineo"
|
|
|