Fecha de publicación: 05//09/2017
La historia de la minería en el Pirineo aragonés parece haber llegado a su fin. La formidable obra de ingeniería llevada a cabo por la Societé des Mines de Parzán en el valle de Bielsa para la extracción de plomo argentífero ha quedado parada, al menos por el momento. La empresa franco-belga realizará labores de mantenimiento en las instalaciones del Pico Liena y el Hospital de Parzán para una hipotética reapertura de las minas sin excesivo coste, pero a día de hoy la producción se ha detenido.
Al parecer, la empresa ha detectado un progresivo agotamiento del yacimiento que unido a lo intrincado y costoso de los trabajos de extracción y, sobre todo, del transporte del mineral, han motivado el cierre. Las vagonetas o carretillas todavía suspendidas en el cable aéreo aparecen desde hace unos meses ante el excursionista como testigos mudos de la proeza industrial llevada a cabo por los franceses desde 1912, cuando se constituyó, la Societé des Mines de Parzán (antes Societé des Mines de Ruego).
Aunque han sido varias las minas, sobre todo de hierro y de galena, explotadas en el valle de Bielsa en el siglo XIX (Minas de Ruego, Minas de Mallo Ruego, Mina Ana y Minas de la Géla), en 1924 solo las minas de Liena y la mina Ana continuaban en explotación, a pesar de que la sociedad francesa tenía la concesión de casi todas ellas.
La epopeya de las obras más ambiciosas de la minería pirenaica comenzó en 1912. Gran parte de los materiales, sobre todo los metálicos, se trasladaron desde Francia a lomos de caballerías atravesando el puerto Viejo en penosa expedición. La empresa francesa ideó el transporte del mineral a través de cables aéreos, que primero lo trasladarían desde la vertiente Este (Minas Luisa) y Sur (Mina Robert) del Pico Liena al Hospital de Parzán, y de allí a Francia, hasta el Pont du Moudang (valle de Aure) por el Col de Salcorz.
El núcleo minero del Hospital de Parzán se compone (o componía) de un lavadero, donde se machacaba y triaba el mineral, varias balsas de decantación que facilitaban la separación de sus componentes y permitían desembarazarlo de su parte estéril; la casa de la dirección y de los ingenieros, las estaciones inferiores del cable transportador, laboratorio, talleres, cuadras, alojamientos para el centenar de obreros, una central eléctrica y un transformador. Todo un pueblo de colonización.
Desde 1919, el director de la explotación fue el francés Henri Dubreuil y el subdirector, el suizo-alemán Jacob Bosshard. Entre los lugareños, la casa de la dirección y/o los ingenieros, todavía se conoce como Casa Bosar (de Bosshard). El grueso de los trabajadores, ahora en sus casas, eran españoles provenientes de regiones con larga tradición minera como Asturias, País Vasco o Andalucía, además de un importante componente local; no así los ingenieros, mayoritariamente franceses.
La decisión de la empresa de evacuar el mineral hacia Francia atravesando la cordillera supuso la instalación de dos monocables transportadores de la firma Etcheverry –inventor del sistema y constructor del mismo con empresa en París desde 1902- que aportan una importante innovación: un monocable que se desplaza en bucle entre las estaciones superior e inferior, y en el que las carretillas se fijan mediante pinzas desembragables automáticamente*.
El primer tramo (entre el Pico Liena y el Hospital de Parzán) fue instalado en 1911 sobre un desnivel de 970 metros. El motor aseguraba el desplazamiento y se completaba con un freno en la estación superior y un sistema de tensión en la inferior. Cada una de las carretillas cargaba unos 300 kilos, un peso para el que se hubieran necesitado entre dos y tres caballerías.
* El mismo sistema que hoy se utiliza en las telecabinas de las estaciones de esquí.
El segundo tramo, que habría de transportar el mineral enriquecido y aliviado de su parte estéril, unía el Hospital de Parzán con el puente de Moudang, sobre el Aure, por el col de Salcorz o de Héchempy (2.450 m.) El plomo argentífero recorría diez kilómetros de cable con 1.000 metros de desnivel en la subida y 1.400 en el descenso, en apenas dos horas y media. En Moudang, el mineral se cargaba en volquetes tirados por bueyes hasta la estación de Arreau –apenas veinte kilómetros- y desde allí por vía férrea a Burdeos, Bayona o el País Vasco español, en un sorprendente viaje de ida y vuelta mucho más económico, al parecer, pues conocida es la habilidad de los galos echando números.
Pero ni la habilidad de los ingenieros ni la brillante modalidad de transporte han evitado la caída en la producción de plata y plomo que ha abocado al cierre, a pesar de la introducción en 1922 de la perforación neumática que habría de sustituir a la manual y que supuso un gran progreso, y una gran inversión hoy puesta en tela de juicio.
Fichas moneda de Parzán y Uretz
Reportajes extraídos de: la colección "Almanaque de los Pirineos" de Pirineum editorial
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