Fecha de publicación: 14/01/2016
Rosita Mauri 1881
La Maladetta era un ballet en dos actos basado en una legenda gascona recogida por Pierre Gailhard y adaptada a la escena por Joseph Hansen con arreglos y coreografías de la gran Rosita Mauri, a la que puso música el compositor francés Paul Vidal. La trama bucólico pastoril tiene lugar entre Luchon y Benasque, y entre valses y piano, tienen hueco los aires de la jota aragonesa.
Tras triunfar en el Liceo de Barcelona y en La Scala de Milan ya como primera bailarina, Rosita Mauri renunció a la proposición del Emperador Guillermo I de Alemania para incorporarse al Teatro Imperial de Berlín y optó por seguir los consejos del compositor francés Charles Gounod e incorporarse al Teatro de la Ópera de Paris en 1877. En menos de un año alcanzó la condición de primera bailarina entre la admiración del público y del círculo de artistas parisinos, que la eligieron como musa de su época
En efecto, Rosita Mauri fue una fuente de inspiración para toda una generación de artistas franceses, que la inmortalizarían para la eternidad. Entre los pintores, quizá su más devoto fue Edgar Degas, que le hizo varios retratos (Fin d’arabesque, Danseuse sur la scène o Ballet vu d’une loge de l’Òpera), igual que Édouard Manet (Portrait of Rosta Mauri o Jeune femme en rose), Auguste Renoir, Léon Bonnat, Anders Zorn o Léon Comerre. Entre los escultores, la modelaron Denys Puech, Marqueste o Eusebi Arnau.
En lo musical, los grandes compositores competían por su favor. El poeta François Coppée creó para ella La Korrigane, Jules Massenet también compuso para Mauri El Cid, y Paul Vidal encontró en La Maladette esos aires de España que debían conquistar a la gran bailarina mallorquina. En la esfera política también tenía grandes admiradores, destacando entre todos ellos el que fuera Ministre des Beaux Arts, Antonin Proust, implicado en el famoso escándalo político-financiero del Canal de Panamá y amigo de la infancia de Manet y también de Richard Dreyfus. Proust la invitó a cenar en su casa una noche de marzo de 1905 y una semana después se disparó una bala en la sien. Se dijo entonces que sufría una enfermedad incurable: su amor por la Mauri.
La gran Rosita dejó la escena parisina en 1898. Su última actuación fue con la obra L’Etoile, de Andrée Wornser en el Teatro de la Ópera en 1897. Desde entonces hasta ahora ha continuado vinculada al ballet y la danza. Todos los grandes bailarines y bailarinas del primer cuarto de siglo en Europa han pasado por sus manos en la escuela de la ópera y el conservatorio de París.
Comerre Leon François. Portrait Of The Ballerina Rosita Mauri
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Reportajes extraídos de: la colección "Almanaque de los Pirineos" de Pirineum editorial
Reportaje extraído del "Almanaque de los Pirineos 1910-1925" - Edición 2014. Pirineum editorial
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